Buenos días blogueros,
Hoy os quiero dejar mis impresiones sobre la novela titulada El cuento número trece de Diane Setterfield, un libro que fue publicado en el año 2006.
SINOPSIS:
¿Dónde está la verdad?
La historia más importante de su vida era la que nunca había escrito.
Entre mentiras, recuerdos e imaginación se teje la vida de la señora Winter, una famosa novelista ya muy entrada en años que pide ayuda a Margaret, una mujer joven y amante de los libros, para contar por fin la historia de su misterioso pasado.
«Cuénteme la verdad», pide Margaret, pero la verdad duele, y solo el día en que Vida Winter muera sabremos qué secretos encerraba El cuento número trece, una historia que nadie se había atrevido a escribir.
Después de cinco años de intenso trabajo, Diane Setterfield ha logrado el aplauso de los lectores y el respeto de los críticos con una primera novela que pronto se convertirá en un clásico.
SU AUTORA:
OPINIÓN:
Siempre tenemos guantes blancos en el armario para utilizarlos cuando manipulamos los libros porque, por una extraña paradoja, si bien los libros adquieren vida cuando los leemos, la grasa de nuestras yemas los destruyen cuando pasamos las páginas.
Las palabras tienen algo especial. En manos expertas, manipuladas con destreza, nos convierten en sus prisioneros.
A través de la novela y con dos voces narrativas, por un lado la de Margaret en presente y por otra la de Vida Winter en pasado, nos adentraremos en la vida de la escritora desde antes incluso de que ella naciera descubriendo así algunas historias sorprendentes e increíbles de su pasado familiar.
La novela está plagada de referencias a novelas famosas del siglo XIX como por ejemplo Jane Eyre, Cumbres borrascosas o La dama de blanco. El cuento número trece es una novela que resalto por el amor a la lectura, amor por los libros y por las palabras en todas las historias que la autora nos transmite con calidez y ternura.
Somos casi capaces de viajar hasta esa gran biblioteca de tres plantas, tocar los lomos de los libros, distinguir su olor y escoger por el tacto cualquiera de ellos que nos atrapará con su lectura y en el que nos perderemos entre sus páginas. Nos transmite la sensación de tranquilidad y paz que se siente cuando uno está leyendo absorto en la historia que tiene entre manos y olvidándose del mundo al que pertenece.
Vida Winter es una contadora de historias y, por tanto, su biografía no va a ser menos. Eso sí, todo lo que diga será estrictamente la verdad y nada más que la verdad. Es el trato que ha hecho con Margaret Lea. La librera le impone a la escritora que sea sincera si realmente quiere que escriba su biografía. Quiere ser su biógrafa y no una amanuense. Pero como ya sabemos los lectores, la verdad puede venir envuelta en diferentes capas, se puede contar desde muchas perspectivas distintas y la forma en la que se nos transmite y lo percibimos varía.
Tan absorta me tenía la historia que estaba escuchando y escribiendo que no deseaba nada más. Mi propia vida había quedado reducida a la nada. Mis pensamientos diurnos y mis sueños nocturnos estaban habitados por seres que pertenecían al mundo de la señorita Winter, no al mío. Eran Hester y Emmeline, Isabelle y Charlie quienes vagaban por mi imaginación, y Angelfield era el lugar al que siempre volvían mis pensamientos.
El cuento número trece es una novela que te sumerge en un mundo paralelo en el que disfrutarás de dos historias: la del pasado de Vida Winter y la del presente de Margaret Lea, que aunque no lo parezca pueden llegar a tener algo en común aparte de la pasión que comparten y sienten por los libros.
Si te gustan los jardines grandes, cuidados, que parecen laberintos, te enamorarás como yo de la enorme zona ajardinada que hay en la casa de Vida Winter decorada con estatuas, setos y caminos imposibles.
Recomiendo leer esta entrañable novela a todo aquel al que le gusten los libros, las historias, los cuentacuentos, la ficción y la resolución de misterios.
Cogí la receta. Con letra enérgica, había escrito: «Sir Arthur Conan Doyle, Los casos de Sherlock Holmes. Tomar diez páginas, dos veces al día, hasta finalizar el tratamiento».
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