Buenos días blogueros,
Hoy os hablo de un libro de poesía llamado Desastres naturales. Su autor es un joven manilveño de treinta años llamado José Antonio Benítez y ha sido publicado por Valparaíso Ediciones.
SINOPSIS:
Desastres Naturales son los trozos del naufragio que pude rescatar en la orilla. Es la historia de un viaje a la deriva, solo de ida, que nunca llegó a buen puerto. Son las veces que me pregunté a mí mismo quién era, y también el silencio que se oyó como respuesta. Es entender que aceptar no significa perder. Son las luces y las sombras que un día nos cobijaron o cobijarán a todos. Es amor, ira, melancolía, nostalgia y esperanza. Son los gritos que se quedaron en la garganta, una huida hacia adelante en la que mirar atrás sí estuvo permitido. Es la risa que un día cerró mis ojos, los sueños que me quitaron el mío, y los que se ahogaron en el tintero. Son los quizás que terminaron dándose, los "yo siempre" y casi todos los "yo nunca". Son las miradas que se perdieron en la duda, los escalofríos que acompañan a los finales. Son las veces que supliqué al tiempo detenerse, los atardeceres atrapados en fotografías que un día tuvieron vida.
Deja que todo lo que Desastres Naturales es, sea también parte de ti.
SU AUTOR:
José Antonio Benítez (Manilva, Málaga, 1991). Graduado en Terapia Ocupacional por la UMA y en Fisioterapia por la US, Máster en Bioética y Bioderecho. Y, a mis 28, no me encuentro.
Siempre me he considerado un alma un tanto diferente, demasiado inconformista. Disfruto de la soledad. Intento rodearme de buena gente. Me agobia no poder ver el horizonte nacer y morir entre azules, supongo que es lo que tiene haber nacido y crecido junto al mar. Odio la quietud. Siempre sé dónde está el sur. Huelo libros. Bebo cerveza. Me repatea que todo gire en torno al dinero. Tuve la necesidad de quemar algo, y me quemé a mí mismo. Quise apagar el incendio, y me derramé en estas páginas.
OPINIÓN:
Los que sois asiduos del blog sabéis que la poesía es un género literario que no termina de llamarme la atención. Pocas veces la entiendo y no suelo disfrutarla como hago, por ejemplo, con la narrativa. Pero de vez en cuando lo intento. En esta ocasión han sido dos los intentos necesarios para leer a José Antonio Benítez.
Dicen que cuando no es el momento, no es el momento. Eso me pasó la primera vez que empecé a leer Desastres Naturales. Tras pocas páginas abandoné el libro y me olvidé de él. Así ha sido durante un año entero. Ahora, tal vez por la situación que vivimos, más intensa, más difícil, lo he visto en la estantería, me ha apetecido y lo leído con ganas.
Desastres Naturales es un poemario compuesto de sesenta poemas y noventa páginas divididas en cuatro partes: El anticiclón, El huracán, El recuento de daños y La reconstrucción.
José Antonio Benítez nos cuenta una historia de principio a fin. Una relación de pareja que pasa por todas las fases posibles, desde el enamoramiento intenso cuando con tan solo la ausencia de la persona amada te duele el pecho, pasando por la atracción física y la pasión hasta el deterioro de la relación, la indiferencia, el olvido y el perdón.
Son poemas escritos con mucha sensibilidad, para leer despacito y a ser posible en voz alta, para interiorizar lo que el autor quiere transmitirnos.
Y como para muestra, un botón, os dejo un poema de La reconstrucción, la última parte de las cuatro de las que consta el poemario.
HOY TE HE VISTO
Hoy te en visto en los zapatos
de la gente que se despide deprisa,
en los ojos de quienes no se atreven a mirar atrás.
Hoy te he visto sentada en un viejo vagón,
obstinada en pasar dos veces por la misma parada
y tumbar la idea de que no te volvería a ver,
y te he visto,
hoy te he visto.
Hoy te he visto en la espuma blanca del café
y me lo he podido beber,
en los objetos perdidos de este desaliñado hostal,
y no te he reconocido mía,
no te he reclamado.
Hoy te he visto y, por fin,
he conseguido no dejar de verme a mí.
Hoy te he visto y era tu mirada la que andaba perdida,
ida,
porque hoy ha sido ella
la que no se encontraba en la mía.
Hoy te he visto
y,
he visto,
que ya no me visto de ti.
de la gente que se despide deprisa,
en los ojos de quienes no se atreven a mirar atrás.
Hoy te he visto sentada en un viejo vagón,
obstinada en pasar dos veces por la misma parada
y tumbar la idea de que no te volvería a ver,
y te he visto,
hoy te he visto.
Hoy te he visto en la espuma blanca del café
y me lo he podido beber,
en los objetos perdidos de este desaliñado hostal,
y no te he reconocido mía,
no te he reclamado.
Hoy te he visto y, por fin,
he conseguido no dejar de verme a mí.
Hoy te he visto y era tu mirada la que andaba perdida,
ida,
porque hoy ha sido ella
la que no se encontraba en la mía.
Hoy te he visto
y,
he visto,
que ya no me visto de ti.
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